por Mayra Nebril
Al final de la lectura del trabajo El hombre de los lobos, una gran novela, se repartieron fotocopias con algo llamado Ejercicios de estilo: engordando el sueño del hombre de los lobos, seis páginas con veinte versiones del famoso sueño del nogal con lobos en invierno.
La ocurrencia de este ejercicio de escritura, está apoyada en tres lecturas.
Primero, en el genial libro Ejercicios de estilo de Raymond Queneau, en el cual el fundador de Ou.Li.Po a partir de un párrafo en el que relata una situación cotidiana-un hombre se sube a un subte, en el viaje lo pisan, quiere y logra conseguir un asiento, finalmente se baja y se encuentra con un amigo en una plaza -, con este evento simple, Queneau escribe 99 versiones del suceso. Lo cuenta como si se tratara de un sueño, de una carta de amor, como si se tratara de un interrogatorio policial, cuenta sin la A, sin adjetivos, cuenta con precisiones y con vacilaciones, cuenta con onomatopeyas, cuenta sin adjetivos y etcétera y muchos más etcéteras, y entonces uno queda frente a la posibilidad de la versión y de la reescritura, la cuestión de las formas, frente al estallido del sentido. Una enorme potencia.
El otro relato sobre el que se escribe el ejercicio del sueño de los lobos, es sobre El aleph engordado, el interesante cuento de Pablo Katchadjian en el que a partir del texto El aleph de J. L. Borges, cuento de 4000 palabras, lo engorda y le agrega 5600 palabras de su autoría, un cuento que en la comparación lo que leemos es por ejemplo lo siguiente:
De nuevo aguardaría en el crepúsculo de la abarrotada salita, de nuevo estudiaría las circunstancias de sus muchos retratos. Beatriz Viterbo, de perfil, en colores; Beatriz, con antifaz, en los carnavales de 1921; la primera comunión de Beatriz; Beatriz, el día de su boda con Roberto Alessandri; Beatriz, poco después del divorcio, en un almuerzo del Club Hípico; Beatriz, en Quilmes, con Delia San Marco Porcel y Carlos Argentino; Beatriz, con el pekinés que le regaló Villegas Haedo; Beatriz, de frente y de tres cuartos, sonriendo, la mano en el mentón… – Jorge Luis Borges
De nuevo aguardaría en el crepúsculo de la abarrotada salita verde con paredes forradas de seda rosa, de nuevo estudiaría las circunstancias de sus muchos retratos. Beatriz Viterbo, de perfil, en colores, cansada; Beatriz, con antifaz, en los carnavales de 1921; Beatriz en los carnavales de 1922 disfrazada de sirena, rodeada de hombres; la primera comunión de Beatriz; Beatriz, el día de su boda con Roberto de Alessandri, ya arrepentida aunque alegre; Beatriz, poco después de su divorcio, en un almuerzo del Club Hípico, rodeada de hombres y caballos; Beatriz en líneas duras, dibujada por Dela-Hanty en 1925; Beatriz, en Quilmes, con Delia San Marco Porcel Y Carlo Argentino (Daneri); Beatriz, desnudada por un pintor cubista; Beatriz, con uno de sus supuestos novios; Beatriz, con un pekinés negro que le regaló Tití Villegas Haedo Rawson; Beatriz con fondo futurista, aún joven, con un libro brillante entre las manos; Beatriz, de frente y de tres cuartos, sonriendo, la mano en el mentón…- Pablo Katchadjian
Para meterse con lo consagrado hay que ser irreverente, y eso no es sencillo. Al terminar de leer el engorde uno se pregunta si se trata de un acto de creación, y de ser así dónde estuvo tal hallazgo. Quizás en la carne agregada, quizás en el modo en que se hace sostener por ese esqueleto. Siempre se trata de montarse en los hombros de otros, pero hay tantas manera de hacerlo!
En tercer lugar y por último, ambos libros son -a mi entender-lectores de la increíble idea del Pierre Menard, autor del Quijote, cuento en el que Borges dice que escribir el Quijote siendo Cervantes fue fácil, sí, eso dice, y que lo difícil es llegar a escribirlo palabra por palabra siendo Pierre Menard, no copiarlo, ni tampoco aprender quién fue Cervantes y todo lo que sabía Cervantes para ser capaz de reescribirlo desde esa posición. Borges subraya que se trata de llegar a escribirlo siendo Pierre Menard, por lo tanto sería llegar a un libro tan otro que el primero, aun siendo palabra a palabra igual, no es idéntico. El Quijote de Pierre Menarddialoga con Nietzsche, con Bertrand Russell, William James y con tantos otros, es un texto que en las intertextualidades crece enormemente. Es un texto mucho mejor que el primer Quijote, el simple Quijote de Cervantes, el de Pierre Menard está encarnado y vivo.
Con el impacto de estas tres lecturas escribí las versiones del famoso sueño de los lobos, un texto sagrado y consagrado tanto para el psicoanalista copista, para el engordado, y para los algunos Menards que viven y luchan.
La invitación a los presentes a participar del juego creando una versión del sueño del hombre de los lobos, -o sugiriéndola y enviándola vía mail a mayranebril@gmail.com -dio sus frutos y con alegría he recibido cuatro versiones que les presentamos a continuación. Extendemos la invitación a participar del ejercicio, ojalá nos inspire y nos acerquemos a los 99.
Muchas gracias!
Sueño agotáu
Pare la mano cochero! Yo no le sueño más! No me da el cuero p’andar soñando. Y mucho menos con lobos raros. Ande se ha visto dotor, lobos blancos sentaos arriba e’ un árbol, callaos y tiesos cual lechuza ‘e panteón. ¿Usté escucha lo que me dice dotor?
Endisculpe dotor, hoy no le sueño nada. Hace frío acá en la pampa, y si se me abre la ventana, el chijete helau que dentra me despierta en la madrugada. Y yo preciso descansar, que mañana hay que laburar.
Hasta más ver.
Edh Rodríguez
He soñado con lobos que sueñan,
se los dije.
Hay seis o siete lobos plateados
como noches
a los pies de mi cama,
eso también lo dije, los conté también
como si fueran dedos o palabras
sueltas de los lobos.
He soñado que rondan en sus sueños
un árbol blanco
blanco como ellos
los lobos derrotados.
A los pies de mi cama hay un desierto.
Julieta Lopérgolo
Parques rusos
He soñado que es de noche y duermo como siempre, a mis anchas. El aire se entibia en mi cola antes de llegar a mi nariz. Mis orejas bajas apenas filtran la suave brisa del verano. Sueño que dormimos todos, mis hermanos y yo, bajo la sombra del nogal.
Frente a nuestro refugio se alzan las paredes altas de la casa, y arriba una luz tenue dibuja un cuadro apacible y veraniego. Más arriba el cielo tiembla en puntitos brillantes.
De la nada estalla un grito agudo, la ventana se abre en lo alto, de las cortinas al viento surge una manita acusadora.
La voz de la nana llega apagada, pero la mano sigue señalándonos. La voz del niño grita cada vez más alto. Nania asoma y mira, se vuelve hacia el pequeño, y susurra que no es nada, solo ha sido un mal sueño.
Entonces, de la ventana escapa una voz pequeña y helada. Alzo la vista temblando, veo sus ojos de fuego, prestos a devorarnos a mí y mis seis hermanos, que dormimos bajo el nogal, frente a las altas paredes del niño asustado que dibuja y cuenta que sueña.
Edh Rodríguez
SUEÑO DE UNA CANCIÓN CON LOBOS
F G
CAE LA NOCHE
Em Am
Y EL HOMBRE EN LA CAMA
F G Em Am
SUS PIES QUE SUEÑAN HACIA LA VENTANA
F E
QUE SE ABRE SOLA
F E
TERROR QUE MIRA
F G Em Am
UN NOGAL GRANDE CON LOBOS SENTADOS
F E
SER DEVORADO
F E
EL MIEDO ACECHA
F G
LA ANGUSTIA BLANCA
E
SU GRITO
DESPIERTA
F G Am
SUS PIES QUE SUEÑAN HACIA LA VENTANA
F G Am
UN NOGAL GRANDE CON LOBOS SENTADOS
F G
SER DEVORADO
Am
EL MIEDO ACECHA
F G
LA ANGUSTIA BLANCA
E
SU GRITO
DESPIERTA
F G Am
SUS PIES QUE SUEÑAN HACIA LA VENTANA
F G Am
SUS PIES QUE SUEÑAN HACIA LA VENTANA
F G Am
SUS PIES QUE SUEÑAN HACIA LA VENTANA
F G
SUS PIES QUE SUEÑAN
Gabriela Capparelli